Muchas páginas en los principales
periódicos del mundo, entretenidas notas televisivas, algunos nuevos libros;
todos nos recuerdan que estamos conmemorando 100 años desde el inicio de la Gran
Guerra en 1914. Es probable que algunos jóvenes estudiosos, y muchos otros
despistados, conozcan más sobre la crisis de Imperio Austro – Húngaro y el
genocidio armenio, que sobre el actual genocidio palestino.
La explicación de este fenómeno
es muy sencilla. El sionismo domina la prensa internacional. Grandes lobbies
judíos dominan los medios y la industria, el principal anunciante. Como la
“libertad de prensa” es tan importante y solemne, para evitar comentarios
adversos en algún medio libre, siempre es posible informar en forma tenue y
mediatizada sobre “la guerra” entre Israel y Hamas. Pues ya no es Israel contra
Palestina, es Israel contra Hamas. Claro es más fácil etiquetar de terrorista a
un movimiento islámico que a un país entero.
Mientras seguimos las
transferencias del mercado de pases del futbol, niños, mujeres, ancianos
palestinos siguen siendo asesinados por las hordas del “ejército más moral del
mundo”. Con absoluta impunidad Israel ha bombardeado colegios, un centro de
acogida de naciones unidas (si con minúscula) y justo hoy un hospital. La vida
de los palestinos no vale nada, ni siquiera un poco más de tinta; al final son
pobres tercermundistas (e islámicos) y los judíos son de primer mundo, ricos,
blancos y sofisticados.
Es una vergüenza mundial lo que está
sucediendo. Un genocidio propio de épocas remotas. Pero vale, los sionistas
tienen el poder, el dinero, los medios y ejercito necesario para pisotear los
derechos palestinos.
Para muchos es fácil olvidar que
los actuales palestinos han sido expulsados de las tierras de sus padres y
abuelos, condenados a vivir en guetos en la tierra que por centenares de años
fue suya. Es fácil decirles terroristas a quienes han visto morir a sus
abuelos, padres, hermanos e hijos a manos de los sionistas. Es fácil decirle
terrorista a un joven desesperado sin presente ni futuro que con una piedra se
enfrenta al más moderno fusil.