Desde que tengo uso de razón, salvo Popi "el breve", los cancilleres del país siempre han sido profesionales competentes, que dejaban en alto las relaciones exteriores del país. Desde Alan Wagner hasta García Belaunde, pasando por Tudela, siempre hemos destacado por tener una cancillería competente y bien afiatada.
Hoy tenemos un chauchiller. Un personaje mediocre. Un payaso. Propio de una película de cantinflas.
Se puede tener posiciones encontradas respecto a la pertinencia (o no) de recibir la fragata británica. Habemos quienes creemos que estamos en pleno derecho de recibirla, hay quienes creen que por "solidaridad latinoamericana", debemos impedir el ingreso de la misma.
Independientemente de la posición que tome el gobierno peruano. La labor de la cancillería es actuar con diplomacia, para eso se arma un equipo de profesionales, bien remunerados, con muchas prebendas y gollerías. Que, por cierto, se las merecen si realizan un trabajo adecuado.
Andar de cantinflada en cantinflada en el tema, nos ha dejado como una república bananera. Si el payasito Roncagliolo tiene dignidad, debería renunciar ipso facto. Su ya probada incompetencia ha quedado demostrada una vez más; y esta vez, embarrando a todo el país frente a uno de los países más importantes del mundo.
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