Música Criolla

Cómo la mayor parte de quienes tuvimos el infortunio de crecer durante los años 80, ser peruano no era algo que me llenara de orgullo. Incluso podría decir que hubiese preferido (en aquellos años) haber nacido en cualquier otro país (excepto chile). En un entorno tan terrible, escuchar música criolla no era algo común para mi generación.

Con el tiempo y la llegada de la madurez he aprendido a amar al Perú. Ahora me siento absolutamente orgulloso y agradecido de haber nacido en este maravilloso país. No cambiaría el ser peruano por nada. Intento, en cada uno de mis actos, que mis hijos se sientan orgullosos de serlo.

Entre los muchos aspectos del ser peruano que he revalorado, la música criolla (y peruana en general) tiene un lugar muy especial. Empecé descubriendo a Chabuca, rápidamente me enamore de ella y de su música. En el camino descubrí a don Óscar Avilés y al zambo Cavero. Muy recientemente la voz maravillosa de Lucha Reyes y la guitarra mágica del maestro Raúl García Zárate. Y hoy disfruto plenamente de casi todos los ritmos peruanos: marineras, valses, huayno, huaylash, carnavales, polkas.

Sigo odiando la cumbia, la tecnocumbia y todas las porquerías norteñas. Pero que va, ni el Perú puede ser perfecto.