Tuve la oportunidad de visitar Medellin. Una hermosa ciudad colombiana. Llena de contrastes, con zonas de primer mundo (El Poblado por ejemplo), zonas de añejo explendor (el centro histórico, Prado) y zonas de postal tercermundista.
Medellín es la capital industrial de Colombia. Cuenta con dos aeropuertos y una infraestructura hotelera que sería la envidia de Cusco y de cualquier ciudad peruana. Tiene además, un enorme centro de convenciones y, supongo, varios más de menor envergadura. Ni hablar de la villa deportiva, mejor que todas las peruanas juntas.
Una de las cosas que más me llamo la atención de Medellin, además de sus enormes contrastes, fue su slogan: Medellin ciudad solidaria y emprendedora.
Creo que el slogan refleja lo que uno ve en Medellin. Una ciudad moderna y pujante por un lado, enormes barrios pobres por el otro. Y, conectando todo, haciendo una sola ciudad, una red de transporte moderna e inclusiva, bellas y modernas bibliotecas salpicando villas miseria; colegios de calidad, con infraestructura de primera, en los sitios menos pensados. Modernos y enormes edificios de viviendas populares, que van reemplazando las casas de ladrillo desnudo y calamina.
Será un proceso largo. Que estimo abarcará varias generaciones. Creo que Medellín va por el camino correcto, su slogan lo perfila, Ciudad solidaria y emprendedora, las obras observadas lo demuestran. El secreto de su actual éxito: emprendedurismo y redistribución.
El progreso lo generan los emprendedores. Lamentablemente no todos tenemos un emprendedor dentro. Algunos tenemos la suerte de ser profesionales, más o menos competentes y tener un trabajo digno. No todos tienen esa suerte. La solidaridad y la redistribución con los menos favorecidos, es la clave para consolidar un pueblo, una ciudad, una nación.
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