En una semana en la que todos debimos haber sido felices. Al menos relativamente felices, por lo menos un poco felices, aparecieron los progres intelectuales para joder la fiesta.
Nadie duda que Machu Picchu siempre estuvo en la mente, las ideas, el conocimiemto de algunos cusqueños. Lamentablemente, sólo de unos cuantos, Machu Picchu antes de Hiram Bingham no era un monumento conocido por el público nacional y mucho menos de conocimiento global.
Hace unas noches vi un documental, conducido por Paul Vega, sobre el descubrimiento "al mundo" de Machu Picchu. Me sorprendió la forma en la que retrataron a Hiram Bingham. Poco más y lo ponen a la altura de Momón y Abimael.
Bingham, evidentemente, No fue un santo, supongo que tampoco intento serlo. Fue simplemente un aventurero con ganas de gloria. Tuvo la fortuna de redescubrir Machu Picchu y de presentarla al mundo.
Un siglo ha transcurrido desde este importante hecho histórico. Un siglo que ha servido para que la leyenda de Machu Picchu se difunda por el mundo, en gran parte gracias a un aventurero americano que puso en valor un tesoro oculto del Perú.
No dudo que lo suyo no fue en "estricto" un descubrimiento. Pero teniendo en consideración los "usos y costumbres" de aquellos años, su esfuerzo fue muy valioso y fue un insumo esencial en el actual auge turistico del país. Bien por el gobierno que aprovecho al máximo la oportunidad de mercadear nuestro país. Mal por los progres (que va, asi son, por algo son progres).
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