Amo mi país. Estoy profundamente orgulloso de ser peruano. A pesar de todas las dificultades por las que he pasado por nacer en un país de tercer mundo, tengo confianza en el presente y fe en el futuro. Deseo para mis hijos un país justo, en el primer mundo económico, pero manteniendo la identidad y valores que nos hacen a los peruanos tan especiales.
En este contexto, con elecciones tan próximas, no puedo menos que preocuparme. Aparece una amenaza populista y chavistoide en el horizonte. Lamento la pobreza en la que viven muchos de mis compatriotas, pero lamento más que existan oportunistas aventureros que, aprovechandose de esta situación, pretendan hacernos saltar al vacio.
América Latina ha perdido más de 50 años en intentos populistas. Demás esta perder el tiempo en explicar las causas y los resultados de estas nefastas políticas. Más alla de las ¿probables? buenas intenciones, la inconsistencia del modelo populista sólo ha generado más pobreza y exclusión, favoreciendo solamente a élites mercantilistas, afines al jerarca de turno.
Hoy el Perú esta, nuevamente, ante una importante oportunidad de desarrollo, una nueva oportunidad que nos regala Dios, probablemente sin merecerlo. Y que hacemos los peruanos, nuevamente dandole opciones a un cachaco corrupto y populachero. Y digo CORRUPTO con todas sus letras pues el ritmo de vida que tiene no puede ser, ni por atisbo, justificado con sus ingresos, evidentemente, hay miles de verdes razones que le hacen la vida feliz. Miles de verdes razones injustificadas y que obviamente no pagan los "impuestos a las sobreganancias" que tanto pregona.
Desde una "aerolínea de bandera" hasta "renegociar los TLC's", pasando por la "nacionalización de los recursos estratégicos"; la historia que ya conocemos, de Velasco a Alan I, la política económica que nos hizo la vida de cuadritos a los peruanos, sumergiendonos en la peor de nuestras crisis republicanas. Una pena que los mismos izquierdistas obtusos intenten, nuevamente, tirarnos al abismo.
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