El domingo me desperté lo suficientemente temprano para ver los dos últimos sets de la final del Australian Open.
Fue una excelente experiencia, viendo un gran, un enorme partido entre el Nole y Rafa. Federer es, con largueza, mi tenista preferido. El más técnico, el más completo. Pero es innegable el enorme corazón del Rafa y la impresionante superación que ha tenido el Nole durante el último año.
Quería que gane el Nole. Y lo sufrí. En todo momento, el partido fue muy parejo, pudiendo ser para cualquiera de los dos. La entrega de ambos, impresionante.
Un espectáculo deportivo de primer orden. Un gran partido. Con partidos con ese nivel de entrega y calidad, el tenis se convierte en un deporte apasionante. La forma en la que acabaron (ambos) el partido fue impresionante, los dos exhaustos más cerca del desmayo que del éxtasis del triunfo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario