Creo en el libre mercado y en el emprendedurismo. Creo también en la participación activa del estado en regular relaciones asimétricas. Creo en la responsabilidad social de las empresas. Creo en la justicia social y en la economía solidaria.
Cuando tenía 15 años creía en el libre mercado absoluto y la mano invisible. Con el tiempo entendí que, al menos en el Perú, las asimetrías son tan grandes que debe haber un estado regulador.
Si bien mantengo mi fe en el mercado, como el principal motor del desarrollo, estoy convencido que el mismo debe ser regulado por un estado que proteja a los más débiles y redistribuya eficientemente el excedente. No creo en un estado empresario, pero si en un estado regulador y también promotor.
Probablemente de viejo me voy volviendo social demócrata o social cristiano. Pero vale, es importante aprender y mejorar en la vida.
Pero también tengo mis debilidades. Odio a los judios y al sionismo internacional. Creo que su acción nefasta ha truncado muchos procesos de desarrollo. Su prepotencia y soberbia son un lastre para la humanidad. Admiro al presidente de Irán por su posición principista en contra del sionismo internacional.
Bienvenido a América Latina Mahmoud Ahmadinejad.
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