Siempre admire la cultura argentina. Aunque amo a mi país, no puedo dejar de reconocer que la cultura argentina es seductora, cosmopolita y universal. Sin embargo, por alguna compleja razón que desconozco, Argentina pierde brillo, para ir transformándose en un país bananero más.
Quizás la muestra más tangible sea la música. Se paso de Gardel y Piazzola a los wachiturros. Teniendo en medio a cientos de cantantes y grupos (de todo género) universales; desde la nueva ola hasta Charly, Cerati, Calamaro, pasando por Mercedes Sosa y la Pastoruri; la música argentina ha perdido brillo y ha iniciado un ciclo decadente impresionante por la pérdida de talento y valor.
Pero no sólo la música ha empezado el "cuesta abajo en mi rodada", también la literatura y la cultura en general; desde un inmortal Borges o un Sarmiento hasta un muy divertido pero también muy menor (pero muy marketero) Casciari.
Y ni hablar de la política, desde un vibrante Perón (con quien discrepo abiertamente, sin dejar de reconocer su valía) hasta una folclórica y mediocre Kretina. La militancia política también en decadencia, desde un icónico Che Guevara (con quien también discrepo) hasta los niños acomodados de La Cámpora.
Una pena por Argentina, cuya capital es la ciudad más hermosa y seductora que he tenido la suerte de visitar. Por cierto, Carlitos, cada vez cantas mejor.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario