Sabes viejo, hoy me levante temprano para avanzar un trabajo. Es domingo; como me enseñaste, no hay ni día ni hora para cumplir con las obligaciones. Te vi trabajar hasta el día en que caíste enfermo. Trabajaste casi 60 años para mantener a tu familia. Intento ser como tú, aunque realmente es muy difícil viejo.
Aprovecho la internet para escuchar los tangos que escuchabas cada día. Algunas lágrimas recorren mis mejillas, por tu recuerdo y por la belleza de la música que me enseñaste a apreciar. Seguro sabes lo mucho que te extraño, la falta que me hace tu compañía y tu consejo breve.
Algunas veces lamento no haber hablado más contigo. En el fondo, somos muy parecidos ambos, parcos y de pocas palabras, poco propensos a mostrar afectos, a pesar de todo el sentimiento que tenemos dentro. Hubiese querido abrazarte más y, quizás, charlar más contigo. Pero no importa, fuiste el mejor padre del mundo y te sigo teniendo a mi lado. Junto con Gardel, pero también con Pedro Infante, Jorge Negrete, Chabuca y todos los cantantes que me enseñaste a valorar.
Te amo viejo.
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