Mientras en Perú nos indignamos con el asesinato de una pequeña niña de 9 años, crimen cometido por su propia madre; en Argentina despiertan indignados con el asesinato de un pequeño niño también de 9 años. Hace pocas semanas, en España se produjeron hechos similares, con dos niños asesinados por su propio padre. Si pudiésemos estar al tanto de lo que ocurre en cada punto del globo, con certeza el horror llenaría nuestras mentes. Casi con absoluta seguridad, cada instante un inocente niño es víctima de un crimen enfermizo e infame.
El hombre es el único animal (en el sentido literal y absoluto de la palabra) que es capaz de dañar a sus congéneres por el simple placer enfermizo de hacerlo. En ninguna especie animal los congéneres se dañan entre si, salvo sea absolutamente necesario para la supervivencia de la especie. Un león no mata a otro león sólo por placer o maldad. Un simio no mata a otro simio por placer. Existen peleas, pugnas y muertes; pero todo dentro de un ciclo biológico.
Teniendo en consideración el creciente "desarrollo intelectual" de los humanos, podemos concluir que cada día sabemos más, pero valemos menos. Somos más humanos y cada vez menos animales, pues nos comportamos peor que el más terrible de los depredadores naturales. Nos matamos entre nosotros mismos, matamos a nuestros hijos. Estamos en el escalón más bajo de la evolución.
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